CARTA A LA POESÍA
Querida Poesía,
Te he visto en los ojos de un niño que baila en
círculos una danza derviche en el centro de un corro de ancianos sobre la losa
lapislázuli. Te he visto en los ojos de una niña cubierta con un chubasquero
amarillo que resiste con su paraguas de Hello Kitty las embestidas de la
lluvia procurando que no se moje un cartón de Malboro que lleva bajo el
brazo. Te he sentido en el suspiro de un empresario y marido que inhala vapores
sexuales a través de su máscara de cachorro en las ruinas de lo que, antaño una
fábrica, hoy es un antro de culto y evasión. Te he sentido en el suspiro con el
que enfría su tisana una madre que ya no tiene hijos por los que llorar tras
que su tumba en su pequeña aldea debió cavar. Y tras mucho verte, y sentirte, y
buscarte e invocarte en la magia de lo desconocido, aprendí a verte también en
el silencio del mar, en la tierra mojada, en los candados del puente, en el
dibujo en la arena, y un poco en todo. Porque todos huimos de nuestro hogar
pensando que la auténtica vida está más allá de este sucio Norte; pero no es
hasta que volvemos, no pronto sino a los muchos años, cuando entendemos que la
vida siempre estuvo aquí pero no éramos capaces de sentirla. No es sino a los
muchos años, a cuando el corazón está ya curtido, a cuando está dolido, vivido,
que vemos que lo que estaba sucio no era el Norte: era nuestra mirada cegada
por la ambición.
Así que no te asombres porque te hable con soberbia confianza, porque te he visto.
Pero…
¿Y tú me conoces? ¿Te ha importado alguna vez el
millardo de veces que se me ha roto el corazón intentando ser menos yo, más tú,
más de ellos? ¿Eres consciente del tiempo que me ha llevado ser capaz de llegar
hasta ti sobrio, sereno, sin irme arrastrando por el fango de la decadencia de
mi desconstrucción como norteño, como maricón, como hijo, como ser…? ¿Eres
consciente o no tú que eres un concepto, un abstracto colectivo, puedes ser
acaso consciente?
Pues estoy seguro de que no, pero aún así, querida
Poesía… te quiero.
Te quiero por ayudarme a comprenderme a mí mismo y a
los demás, por permitirme vomitar el torrente de mis sentimientos cada vez que
la vida me ha golpeado o me ha mecido, por darle color y belleza y sentido a
las mayores y más desgarradoras leyes de esta miserable vida.
Por todo eso y más,
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario