Tu alma huele a tierra mojada, a muralla vieja, a
sentimientos arrojados al Darro y a una noche acompasada de Camarón desde el
mirador de San Nicolás. Tu alma se siente como una mirada entreabierta desde un
lado de la cama, como una proposición indecente antes de que den las cuatro de
la madrugada, y como una nota que encuentras en tu bolsillo cargada de dulces
confesiones. Tu alma toca suave haciendo pases sedantes de incienso sobre la
loza del hammam, suave enseñando una
nueva palabra secreta en una cena de casualidades, y suave tañendo una canción
de Marwan que reza por perpetuar el instante.
Tu alma se disfraza de aventuras y personajes exóticos
para evitar ser atrapada por sus propias esperanzas y anhelos. Tu alma luce
tranquila sus cientos de inquietudes, pero en secreto se lame las heridas que
le han creado sus insensateces y caprichos...
¿Pero sabes qué? Granada me la suda… Yo soy
sentimiento. Yo soy quien se rompe la camisa y se arroja a la calle en una
lluviosa noche de febrero. Yo soy el que no teme tomar tu mano y pegar un tirón
para que caigas sobre mis labios. Yo soy la más pura nobleza que ha buscado tu
mirada en este antro de Pedro Antonio, y soy la más santa de las batallas que
vas a librar. Yo soy tu alma, yo soy tierra mojada.