Cuando alguien me
dice que le recite uno de mis poemas, yo le respondo que le digo los títulos y escoja
el que prefiera. La mayoría entonces señala este. La mayoría siente que en el
habrá, por su título, algo con lo que puedan identificarse. Y si, cuando
termines la lectura, te sientes efectivamente vinculado con lo que cuenta…
Lo siento por ti.
Este poema empieza cuando la discoteca cierra a las seis,
y entonces comienza la fiesta.
Lo siento por ti.
Este poema empieza cuando la discoteca cierra a las seis,
y entonces comienza la fiesta.
Tus dedos se
deslizan a través del zafiro buscando desesperadamente una invitación, una
sonrisa amable que te haga sentir un poco más deseado que ayer, un poco más
artificial. Y corres. Eres un ciborg que busca a Sarah Connor para salvar la
modernidad, para perpetuar el electroclash. Acudes desesperado a lomos del
alado espíritu primigenio, deslizándote por los pavimentos de satánico polvo
blanco, planeando a través de los bellos edificios de esteroides y vómito,
buceando en el mar de las dulces y correosas pitones dominicanas. Y aguantas la
respiración. Las lágrimas te saludan, la voz te nace irritada, y tu cuerpo
baila en honor a Isthar en un frenesí de Año Nuevo a pleno agosto.
Terminas. Caminas intentando despejarte.
E intentas responder…
¿Qué estoy
haciendo con mi puta vida? Tengo miedo de que se me agoten las rimas antes que
las corridas. Mis caminos son senderos nocturnos y mi vela es tan frágil ante
el soplo de tus labios…
No hay comentarios:
Publicar un comentario